El sueño ocupa gran parte de la vida del niño. La alteración del sueño generalmente no configura trastornos graves, pero si genera situaciones de difícil manejo para la familia.
En función del grado de maduración del niño, de sus capacidades de expresión y de sus propias vivencias, el relato del sueño es muy variado. Parece existir una vinculación estrecha entre la actividad psíquica de la vigilia y la actividad psíquica onírica.
Algunos trastornos del sueño se asocian con la conciliación del sueño, como el Insomnio. Es un problema bastante frecuente, que habitualmente se resuelve con un abordaje psicológico terapéutico sencillo.
El Insomnio Precoz, del primer año de vida, refleja un malestar en la relación entre el lactante y su entorno; rigidez excesiva en los horarios de comida, exceso de ración alimentaria, dificultades en la relación de cuidado de la madre, etc.
Las dificultades en la conciliación del sueño del niño: Los problemas de insomnio.
El insomnio forma prácticamente parte del desarrollo normal entre los 2 y los 5 o 6 años. El niño en plena “conquista” motriz acepta difícilmente la “quietud” que implica el adormecimiento, en especial, cuando aparecen los primeros sueños de angustia de separación de la mamá. El niño se opone a acostarse, instaura rituales diversos, reclama objetos contrafóbicos (luz, muñeco, pulgar…), tiene necesidad de que el padre o madre cuente una historia, etc.
La mayor parte de las dificultades surgen bien porque las condiciones externas sean defectuosas –ruido, irregularidad horaria-, por presión externa inadecuada –excesiva rigidez normativa-, o por estados de ansiedad o malestar interno. Habitualmente recurrir a hábitos en la higiene del sueño adecuados, es suficiente para conseguir estabilizar el ciclo sueño-vigilia, contando con el asesoramiento profesional de un psicólogo especialista en niños.
Otros trastornos aparecen en el transcurso del sueño, acompañados de gran angustia nocturna, interfiriendo en el descanso del niño.
En el Terror Nocturno observamos palidez, sudor y taquicardia. Bruscamente el niño grita en su cama, con los ojos despavoridos y expresión aterrorizada, no reconoce ni su entorno ni a su madre y parece inaccesible a cualquier razonamiento. Suelen ocurrir a primera hora de la noche. La crisis dura unos minutos y a continuación el niño se duerme. Es habitual que al día siguiente no recuerde este episodio. Es habitual entre los 3 y los 4 años.
En los Sueños de Angustia o Pesadillas, el niño gime, grita o llora, puede despertarse, estar conscientes y son capaces de contar lo que ha pasado. Cuando se asocia a un acontecimiento traumático, la pesadilla evidencia la reestructuración psicológica progresiva del psiquismo del niño y la puesta en marcha de mecanismos de defensa. Las pesadillas son habituales en los niños entre 3 y 5 años.
El Sonambulismo aparece entre los 7 y los 12 años. En el transcurso de la primera mitad de la noche el niño se levanta y deambula. En ocasiones lleva a cabo una actividad complicada, siempre idéntica. Tras unos minutos vuelve a acostarse o se deja conducir a la cama. Al día siguiente no se acuerda de nada. Habitualmente evoluciona de manera favorable y desaparece espontáneamente. Cuando el sonambulismo persiste o se acompaña de sintomatología ansiosa es adecuado buscar apoyo psicoterapéutico en psicólogos infantiles.
En Psicoafirma contamos con un gabinete de psicólogos colegiado que pueden ayudarte, consúltanos.
¿Cómo se resuelven los trastornos del sueño?
A pesar de la visibilidad de estos trastornos y del difícil manejo familiar que en muchas ocasiones conllevan, la mayoría, generalmente, se resuelven con intervenciones psicoterapéuticas breves y sencillas de mano de psicólogos infantiles. Si bien, antes de cualquier intervención terapéutica debe hacerse un análisis de los factores causales y de sus posibles interacciones, teniendo muy presente el entorno del niño, su familia y la reorganización del espacio.
En el tratamiento de los Trastornos del Sueño, los psicólogos tratamos de:
- Evaluar de forma detallada los problemas del sueño; su persistencia, gravedad del síntoma, correlato emocional e impacto familiar.
- Abordaje familiar, dirigido a comprender el síntoma, la fisiología normal del ciclo vigilia-sueño, identificando las tensiones que originan y/o mantienen el problema de sueño.
- Evaluar de una manera amplia las áreas afectadas, abordando tensiones puedan estar jugando un papel causal en el trastorno del sueño.
- Diseñar un Plan de Tratamiento adaptado a las necesidades de cada caso en particular, comenzando por la resolución del trastorno en el sueño, considerando la intervención en otras áreas afectadas del ámbito familiar, escolar y/o social.