En la actualidad los niños y adolescentes viven sumergidos en la era digital, su forma de relacionarse ha cambiado y todo es más accesible y por consiguiente más rápido… todo esto hace que se hayan incrementado el número de casos de TDA.
Para empezar si crees que tu hij@ está en esta situación, que a menudo es complicada de entender para padres y educadores, generando desánimo, debes empezar a comprender qué se esconde bajo esta etiqueta o diagnóstico. El TDA es un problema de falta de atención y concentración que puede cursar con hiperactividad o sin
ella.
A estos niñ@s o adolecentes les cuesta mucho mantener la concentración en tareas durante un periodo de tiempo, tienden a desconectar y les resulta complicado mantener la atención de forma prolongada. Además si existe hiperactividad, suelen ser niños inquietos, con problemas para asumir normas, problemas de organización y con serias dificultades para estar relajados.
El primer paso es concienciarse de que existen estas dificultades, y evaluar en qué medida existe cierta funcionalidad y como repercute en la vida familiar y académica. La mayoría de las veces se acude a
consulta por las continuas quejas de profesores en las interrupciones en clase y por la disminución del rendimiento académico.
Se hace necesaria y es fundamental una buena evaluación, que esta sea integral y que incluya todas las áreas de funcionamiento: social, familiar, emocional, académica, médica, neuropsicológica y psicológica… la evaluación debe ser global para comprender mejor como cursa el trastorno en es@ niñ@.
La evaluación del TDA-H es un proceso complejo, debido a la propia complejidad del trastorno. Es por ello, que el proceso de diagnóstico, requiere de minuciosidad, coordinación entre profesionales, tiempo para valoración, y formación. Además, es importante recordar que no existe prueba única que por sí sola permita un diagnóstico exclusivo y fiable. Esta evaluación completa debe incluir una evaluación familiar, escolar y psicológica, además de un examen médico y neuropsicológico completo que valore en general al niño, descartando así otros problemas.
En la mayoría de casos, se hace una exploración neuropsicológica. La evaluación psicológica consta de una entrevista familiar, que normalmente incluye a padres y otros miembros de la familia que pasen tiempo con el menor, y además, se pueden solicitar datos psicopedagógicos, que provienen del entorno escolar y que facilitan el tutor o miembros del equipo directivo del centro. Además de esto, la evaluación psicológica suele incluir pruebas psicométricas o test específicos de atención e hiperactividad. Aunque estas pruebas no son concluyentes por si mismas, pueden ofrecer información valiosa, sobre los aspectos que muestran mayor dificultad o están
más afectados para focalizar, si fuera necesario, el tratamiento sobre ellos.
Desde nuestro blog, y nuestro equipo daremos respuesta a vuestras dudas y os ayudaremos a manejar la incertidumbre y el desánimo que muchas veces conlleva este trastorno. El manejo de la frustración, la habilidades sociales, la regulación emocional y el manejo del autocontrol y la impulsividad son algunos de los aspectos que se tendrán en cuenta para llevar a cabo el tratamiento personalizado de tu hij@.
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