La adolescencia de la sociedad actual, el internet y las tecnologías.

Se expone aquí un breve relato de aquello que sucede y preocupa actualmente al hilo de la adolescencia de la sociedad actual, el internet y las tecnologías. Al comienzo, un apunte sobre lo adolescente. Y a continuación algo sobre el tránsito de lo adolescente a lo adulto, el papel del internet y la tecnología, la pregunta de qué sucede actualmente a aquellos adolescentes inmersos en internet y en qué lugar deja esto a la tan valiosa intimidad de los jóvenes en lo adolescente. Todo esto, para poner énfasis en la urgencia del peligro que corren los adolescentes de la actualidad si los adultos no nos hacemos responsables de poner orden.

A veces ser adolescente pareciera tener que ver con algo de lo actual. Y Quienes no entienden las nuevas modas o las jergas de lo cotidiano ya no forman parte de la tan aclamada juventud.

¿Qué es la adolescencia?

Las ciencias humanas, definen de forma muy amplia el concepto. La sociología, la antropología y la psicología son algunas de ellas. La adolescencia es un momento de cambio y crecimiento, en el que se sufre. Se dan todo un conjunto de fenómenos complejos que a fin de cuentas tiene una importante tarea por abordar. Se debe dejar la niñez atrás, para alcanzar la madurez emocional, poniendo toda su energía psíquica al servicio del crecimiento.

El primer acontecimiento irrefutable de la etapa adolescente, es el desarrollo hormonal. Ésta es la parte relativa a lo fisiológico, la llamada pubertad, quedando puesta en marcha la maduración de lo corporal. Cuando lo hormonal irrumpe lo adolescente ya es oficial. Ha llegado el cambio, tanto lo físico como lo psíquico avanzan en una nueva dirección. Nadie decide este momento, si no que irrumpe, acontece y ya después uno verá cómo afrontarlo.

Es importante tener en cuenta, que no se trata de un orden estricto de acontecimientos, si no que tanto la adolescencia (en su trabajo psíquico) como la pubertad avanzan al tiempo. Lo previo en lo adolescente es lo pre- puberal, un tiempo en el que se elabora y se cierra lo previo y se da paso a lo adolescente, que precisará también de lo puberal.

¿Cuánto dura la adolescencia?

Los teóricos de la psicología evolutiva aludían a la adolescencia enmarcada en tiempo concreto. Situando lo adolescente entre los 10 y los 21 años, con el inicio comandado por lo hormonal y su final al borde de lo considerado como la madurez de la adultez. ¿Cómo ha cambiado esto?

Hoy en día, es frecuente leer, ver y escuchar en lo cotidiano, que a los 30 años todavía se es adolescente. Que ahora la madurez llega más tarde, e incluso se observan algunos supuestos adultos de los que cargan varias décadas a sus espaldas, todavía son inmaduros puesto que muestran un comportamiento muy adolescente, no obstante, casi peinan canas.

Queda claro que, aunque los tiempos cambien los conflictos humanos siguen siendo los mismos. Del mismo modo que el ser humano nace, crece y muere; también sufre la llamada crisis de lo adolescente. Una etapa crucial en el tránsito del crecimiento. Es así que de este modo, unos lograran transitar su recorrido alcanzando esa madurez adulta que se menciona y otros quedarán atrapados o atascados en ese recorrido. Para unos esa etapa habrá supuesto un principio y un final mientras que, para otros, el final no llega y ésta perdura eternamente.

¿Cuándo se entra en la vida adulta? El fin de lo adolescente.

Cuestión ésta de gran debate, me parecieron muy oportunas las palabras de Luetereau en la lectura de su libro. Luciano Lutereau, psicoanalista y escritor, dice así:

“…llegar a la madurez es haber alcanzado la capacidad para soportar una vida con conflictos sin desestructurarse por eso. Porque la vida es conflicto”

Lutereau apunta a lo complejo de la vida en su conflicto constante. Es habitual pensar que quienes son maduros, no dudan, no sienten ambivalencia o desencuentro ante las cuestiones de la vida. Pareciera que ese es el objetivo, no dudar nunca, saber lo que uno quiere, tenerlo realmente claro siempre, no obstante, la pregunta es la siguiente; ¿Es posible no dudar nunca y saber siempre lo que uno realmente quiere?

Se acusa a quienes manifiestan padecer las paradojas y contradicciones del deseo, de inmaduros, o adolescentes en su actitud. Y a la vez, se le exige al adolescente que transite pronto por su etapa para dejar atrás esas cuestiones de la duda o la ambivalencia, a mi parecer, inevitablemente humanas. Quizás sería más oportuno, invertir el tiempo en pensar el modo de acompañar, escuchar y comprender al adolescente ayudándole a construir lo preciso para sostener el conflicto que supone la vida. Construido esto, tendrá lo preciso para descubrirse en esa deseada madurez de la etapa adulta.

La tecnología y el internet: brecha generacional.

En la actualidad, la tecnología, el internet y las redes sociales, han llegado para desdibujar alguna de las grandes diferencias que existían entre ser adolescente y adulto.  Atrás ha quedado aquello de… “cuando seas mayor podrás (probar, decir…)” “Vosotros todavía no podéis” “Esto es para los mayores” “Cuando seas mayor te entrarás…” “Cuando seas mayor lo entenderás” Entonces, había un tiempo para ser pequeño y otro para ser mayor. Un tiempo marcado y determinado, en el que los adolescentes debían esperar a ser mayores. Hasta entonces algunas cosas estaban permitidas y otras no. Era con la mayoría de edad, con el acceso a lo laboral (cuando se daba a una temprana edad) o en lo universitario, que uno disponía por fin de la participación social que antes no tenía y entonces uno podía, decir, probar e incluso a veces entender.

Recuerdo el discurso de una madre en consulta que hablaba de cómo han cambiado las cosas. Antes los niños y adolescentes tenían un lugar claro y distinto al de los adultos. En esta ocasión en concreto, ella hablaba del lugar en la mesa a la hora de comer o cenar. Antes los niños comían a una hora y en una mesa distinta a la de los adultos, hoy en día esto ya nunca es así. Niños y adultos comparten mesa en un mismo tiempo y espacio.

La cosa de los espacios viene a dar un lugar, que de algún modo orienta. ¡Qué importante en la etapa adolescente! ¿No os parece?

Algo que coloca y define el lugar de cada quién, queda desdibujado en muchas facetas de lo cotidiano entre adolescentes y adultos del mismo modo que los lugares en la mesa. Actualmente, a través de internet y las redes sociales, los adolescentes tienen la oportunidad de encontrar un lugar en el mundo (lo social), pudiendo opinar. Al frente de cada opinión hay una gran audiencia junto a la que crean tendencia, de pronto tiene poder de convocatoria y otros los escuchan, los siguen y comparten sus opiniones. Sienten que esa audiencia les autoriza. ¿Significa esto que deben prohibirse las tecnologías y el internet a los más jóvenes? ¿Hasta qué edad? ¿Logrará el mundo ponerse de acuerdo?

La cosa, no parece sencilla, por lo que quizás convenga buscar alternativas a la realidad que ya nos convoca. ¿Qué permiten las tecnologías y el internet a los chicos y chicas de hoy en día? ¿Autoridad en lo social? Es posible que en algún caso sí, y será importante pararse a ver que ofrece a cada uno de ellos a los les termina suponiendo un problema. Tratar de escuchar que función cumple para ellos, en qué momento se encuentran, en qué les beneficia y en qué les perjudica; indagar en estas cuestiones va a permitir cuidar y acompañar a esos adolescentes, a los de la era de las tecnologías. ¡Todo un reto!

Ante la brecha generacional…

Implica una nueva dificultad y a su vez un nuevo modo de ver las cosas. ¿Prohibir o adaptarse? Los modos de comunicación cambian y eso genera inevitablemente un efecto en los adolescentes y en sus adultos. Lo que no se debe perder de vista es el qué cambia y cómo lo cambia. Ya que los conflictos de lo adolescente siguen siendo los mismos. Hay un trabajo psíquico por hacer, imposible de suplir por el internet o las tecnologías.

El desafío en lo adolescente.

Los adolescentes tienen la necesidad de autorizarse a sí mismos. El permiso de los padres para crecer, no lo permite, paradójicamente. “El otro día llegué a casa con una botella de ginebra y le dije a mi hija; si quieres beber, bebe esto. Prefiero que sepas lo que bebes a que bebas cualquier cosa por ahí. Reviso la botella y veo que ahí sigue, que no baja” Este es el relato de un padre que le dio permiso a su hija para beber alcohol, comprando él mismo la bebida. Es curioso, porque su hija parece haber perdido el interés por beber. Algo de la autorización propia que el adolescente precisa encontrar, le ha sido otorgada por otro. ¿Dónde quedará entonces puesto su interés?

Poner normas a un adolescente.

¿Es fácil poner normas a un adolescente? ¿En qué lo beneficia? La adolescencia es esta etapa de la vida en la que los niños y niñas, han dado el estirón, ahora son más altos, se han desarrollado hormonalmente hablando, a consecuencia su voz cambia, y a menudo su humor también sorprende. Asemeja más a un adulto que a un niño, permaneciendo a medio camino, entre uno y otro.

Ninguno de los cambios propios del momento evolutivo, físicos y psíquicos, facilita la comunicación del adolescente. Y éste será uno de los grandes retos. Lograr escucharlo para no dejar de cuidarlo y acompañarlo en este tránsito. Los adolescentes necesitan normas, que les guíen, pero sobre todo precisan de la palabra del adulto como lazo comunicativo. Un adulto que escuche tanto como se le pide al adolescente, ahí reside la cuestión del lazo.

El adolescente desafía por naturaleza, digamos que es parte de su tarea y a la vez tiene algo de lo paradójico. Es el adulto el que pone la norma y el adolescente quien la desafía en un intento de imponer algo de lo propio. Autorizándose a sí mismo ¿Qué significa esto? Surgen nuevas necesidades a las que será preciso adaptarse buscando nuevas vías, que permitan dar paso a esa necesidad que surge facilitando así al adolescente su crecimiento.

La intimidad y la privacidad en lo adolescente.

Entre la niñez y la adolescencia, existen multitud de diferencias. La cuestión de la intimidad torna por completo para tomar un rumbo propio. Los padres dejan de tener el control absoluto de cada paso que da su hijo y esto asusta, asusta mucho, porque en el mundo hay muchos peligros.

“Tal y como están las cosas hoy en día…” “Si no lleva móvil, quién sufre, soy yo” “Le pido que se siente y reviso sus conversaciones, me aseguro de que todo está bien” “Si pudiera evitar que tuviese redes sociales, e internet lo haría, pero claro es imposible…” “Nunca sabes quién está detrás de ese perfil, si tiene su edad o no, si sus intenciones son buenas o no…”

Las tecnologías, internet, las redes sociales, la sexualidad, las amistades, el alcohol, el tabaco, las drogas… son algunas cuestiones del mundo de afuera, que asustan. Son algunas de esas cuestiones que se descubren cuando se mira hacia afuera. Lo de dentro, lo familiar, eso ya se conoce bien. Ahora toca ver que hay fuera. Por supuesto, no todos los adolescentes por el hecho de serlo se lanzan de cabeza a todo cuanto ven a su alrededor, pero sí descubren que algo de eso hay en el mundo. ¿Es posible evitar ese descubrimiento?

¡El mundo da miedo!

Es bien sabido, que no, no se puede evitar descubrir el mundo, del mismo modo que no se puede dar ese paso sin miedo. Lo teme quién prueba y experimenta en sus primeras veces, y lo temen los adultos y padres de los chicos en cuestión. Con lo cambiante de las sociedades y las generaciones esos miedos de siempre, se complejizan. Digamos que de algún modo parecieran nuevos peligros, cuando en realidad son los riesgos de siempre. La diferencia radica en la vía que los vehiculiza. Hoy en día algo de lo relativo a la intimidad de los adolescentes queda en manos de internet y la tecnología. ¿Qué estamos haciendo los adultos al respecto?

La tecnología y el internet vienen en este caso a poner patas arriba la cuestión de la privacidad y la intimidad. Pensemos por ejemplo en aquello que antes quedaba plasmado en un diario guardado a buen recaudo incluso con candado y llave en el mejor de los casos. Esas conversaciones entre amigos de confianza en las que uno expresa algo del deseo más íntimo y algo de la fantasía del momento, los intercambios entre jóvenes que experimentan descubriendo la sexualidad, etc. ¿Cómo acontecía antes? ¿Y cómo acontece ahora?

¿Qué ocurre cuando todo queda escrito, grabado, reenviado y a la vista de millones de ojos que observan ese perfil de red social?

La mayoría de estas cuestiones, antes, quedaban resguardadas en la intimidad, bajo el candado propio, en lo dicho en aquella conversación a solas, en el intercambio del relato entre amigos, en el encuentro con el amado. Hoy en día, mucho de lo íntimo queda expuesto ante millones de personas a través de las posibilidades que internet y la tecnología brindan. Blogs, redes sociales, conversaciones capturadas y reenviadas, mensajes guardados, fotos que se comparten, audios, vídeos, grabaciones de todo tipo. Intimidad, intimidad, y más intimidad de momentos concretos de la vida, que quedan registrados para siempre. ¿Cuál es el problema?

A sabiendas de que el uso de la tecnología afecta también a los adultos, los efectos en los jóvenes y adolescentes ya los conocemos; niños y niñas agredidos, excluidos y judgados, que unas veces son víctimas y otras victimarios. La tecnología es un arma fácil e inmediata para embestir la rabia, el odio, la frustración, la decepción… Es un arma que hiere y deja cicatriz. A modo de venganza se publican fotos, vídeos, conversaciones de unos y otros que en la mayoría de los casos judga al de la foto o la conversación por eso que hace o dice.

Transgredir la intimidad…

A menudo se olvida lo grabe que es transgredir la intimidad del otro, no se judga al que transgrede esa intimidad, si no que se judga al que vive su intimidad por lo que hizo o dijo.

Unas líneas más arriba, se expresan algunas de las frases textuales de muchos padres angustiados al frente de la adolescencia de sus hijos. Parece que el peligro al que los arrojan las tecnologías los sobrepasa haciendo más compleja la delicada tarea de dejar crecer pudiendo acompañar (y cuidar) en ese tránsito. ¿Justifica el miedo de un padre el hecho de que éste lea las conversaciones íntimas de su hijo adolescente? ¿A caso no es eso transgredir la intimidad? ¿Cuál es el miedo real de ese padre?

Cada vez son más frecuentes las denuncias y escándalos entre jóvenes, al hilo de no poder soportar un rechazo amoroso, o una decepción amistosa. Situaciones que los ponen en riesgo, los adolescentes y jóvenes de nuestra época están en riesgo. Es responsabilidad de los adultos prevenir esos riesgos y evitar ya de paso, participar de ellos. No es tarea fácil, puesto que son muchas las cuestiones que se cruzan. ¿Qué impide ver que lo importante tiene que ver con el respeto a la intimidad dentro o fuera de internet? ¿Por qué es tan fácil cruzar la línea de la transgresión?

La rapidez a la que avanzan las tecnologías e internet, con todas sus posibilidades, abruman y sobrepasan. ¿Se conseguirá poner orden?

 

Escrito por: Rocío Mallo. Psicoterapeuta. Equipo Clínico de Psicoafirma. 

Bibliografía.

Lutereau, L. (2019) Esos raros adolescentes nuevos.

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