Consultar por un hijo: la tarea con padres.

En el espacio de la consulta, el trabajo con padres es un trabajo complejo, como todos, pero especialmente rico y delicado. Las historias propias se transforman en la historia de pareja, que a su vez abre paso a la familia y al lugar de padres. Éstos habrán dejado de ser dos, para dar paso a un tercero. Con tanto movimiento ¿Qué habrá ocurrido con los lugares? Se exponen en este artículo algunos detalles de lo que supone el trabajo terapéutico con padres y lo que les supone a menudo a los padres, iniciar dicho trabajo.

El encuentro con padres: solicitar consulta.

Iniciar un trabajo terapéutico consultando por un hijo es una tarea compleja. Previamente se habrá detectado una necesidad y con esto posteriormente se dará el paso de consultar. En muchas ocasiones son otros los que señalan dicha necesidad, cómo por ejemplo desde lo escolar, en donde son los maestros quienes aconsejan la ayuda. En otras ocasiones son los propios padres quienes detectan dicha necesidad y tras meditarlo y consensuarlo en la pareja (cuando la hay) deciden dar el paso.

Cuando los padres llegan a consulta, ellos ya lo han probado todo, o casi todo. A menudo les acompaña el dolor, la angustia, la tristeza e incluso la humillación y la vergüenza. Pareciera que han fracasado en su tarea como padres. Desde el otro lado, el terapeuta se pregunta ¿Qué padres son éstos que consultan?, ¿A qué niño traen?, ¿Qué ocurre entre ellos?, ¿Qué temen?, ¿Qué se moviliza para ellos con esta petición?

La tarea del terapeuta.

La primera y más importante de las tareas, será la escuchar y comprender a los padres que se reciben, entender que ocurre y trascender a los motivos manifiestos del pedido. Será preciso, facilitar un clima de escucha y comprensión, transmitir una idea de trabajo conjunto ya que todos serán piezas importantes y determinantes para la tarea terapéutica. Aquella que tratará de resolver el pedido que traen, el síntoma que portan. Padres, hijo y terapeuta, cada quién desde su lugar. En este punto será importante distinguir entre aquello que esperan del hijo y aquello que esperan del terapeuta.

Los primeros encuentros nutren el trabajo posterior, llegan llenos de contenido, cuentan mucho de ellos y de su historia. En los primeros encuentros dibujan el boceto del trabajo terapéutico, sobre eso se dará forma a la tarea. Con sus relatos señalan el sendero a transitar.

Como se cuenta la historia…

En sesión las historias se cuentan de muchas maneras y los psicoterapeutas psicoanalíticos tienen oído para poder comprenderlas.  Afinan la oreja para poder profundizar en la historia propia de cada padre, la historia de estos padres como núcleo familiar y la historia del hijo al que traen. Deseos, anhelos, miedos, angustias, certezas y dudas, sentimientos, expectativas, etc.

Es habitual y esperable que en el discurso manifiesto se oculte información muy valiosa, será aquí en dónde la oreja del terapeuta debe poder escuchar para también poder preguntar. Es parte de la tarea, avanzar poco a poco, paso a paso.

¿Por qué se oculta parte de esa historia cuando se acude a una psicoterapia? Lo cierto es que, esto tiene una razón de ser, es preciso como paso previo, el primer paso ha sido captar una necesidad que conduce a estos padres a consulta. Tras comenzar a hablar, llegará el poder escucharse. Pero mientras tanto todavía no se suele estar preparado para poder atender conscientemente a los motivos más internos, los más inconscientes, será precisa la tarea terapéutica para abrir paso a la conciencia. Son intentos de protección, ante el temor, ante el dolor y la angustia.

¿Para qué los padres, si se consulta por un hijo?

Los padres son quienes portan el inicio de la historia del niño. En primer lugar, su propia historia, su historia familiar, y en segundo lugar la historia de ellos, los padres como pareja. Ambas historias forman un tejido familiar sobre el que llega el hijo, esas son sus raíces, de ahí es de dónde viene. Poder escuchar aquello que precede al hijo, permite entender como ha llegado a ser el que es el momento de la consulta. Es parte de la estirpe, es portador del síntoma o de lo sintomático, propio o familiar. Es quién permite que se abra un espacio para sanar. Las entrevistas con padres permiten abrir preguntas, dan paso al cambio y movilizan la dinámica familiar.

La escucha, en la psicoterapia psicoanalítica.        

Escuchar, hacer oreja; éste es el gran instrumento de un terapeuta psicoanalítico. Simplificándolo mucho, podríamos decir que la escucha es algo así como leer entre líneas, dicho así pareciera una tarea sencilla pero no hay nada más lejos de la realidad. Poder escuchar implica haber sido escuchado previamente, lleva consigo un entramado de aprendizaje teórico y práctico que prepara al terapeuta psicoanalítico para la tarea en cuestión.

En el trabajo con niños y adolescentes, se establece una doble escucha; por un lado, se escucha a los padres y por otro al hijo. Poder escucharlos en sesión posibilita un trabajo psíquico profundo que vierte como resultado nuevas significaciones, desarticulando y articulando de nuevo.

Los distintos hijos que se escuchan en consulta.

En consulta se recibe a un hijo, un chico o chica real de carne y hueso. Este hijo porta los distintos hijos de sus padres. Es decir, por un lado, se escucha al hijo que traen los padres, se escucha el lugar que ocupa ese hijo para cada padre, y se escucha la distancia de este niño con el que se recibe en la consulta. A través de la voz de los padres se palpan las consecuencias que padece ese hijo dada la angustia del entorno. A menudo la tarea es poder dar lugar a padres e hijos que angustiados no pueden situarse en un lugar sin angustia en el entramado familiar.

De nuevo, para comprender el hijo, al chico o chica que llega a consulta se hace precisa la presencia y participación de los padres. ¿Qué lugar ocupan cada uno de ellos? ¿Y qué se promueve desde ese lugar?

La alianza de trabajo con padres.  

Es importante lograr favorecer un clima que permita el trabajo en equipo. En un trabajo con padres que tren a sus hijos, se precisa de un terapeuta dispuesto a hacerse cargo de la queja y el sufrimiento de todos y cada uno de ellos. Habrá rechazos, juicios y dificultades que el terapeuta debe sostener y resolver para facilitar la resolución del conflicto.

Además del dolor y la vergüenza, a menudo el terapeuta se convierte en un rival, alguien que se quedará a solas con el hijo y a quién éste le mostrará algo propio. ¡Qué necesario! Tan necesario como crucial, será el hecho de que el hijo pueda tener un espacio propio, en donde poder expresar libre de deseos, miedos y anhelos paternos. Sólo así podrá pensarse. Si esto se logra, la tarea estará en marcha. Será entonces que pudiendo ser equipo, tendrá lugar la tarea que va a permitir saber y entender el malestar de padres e hijo.

El trabajo de los padres.

Hacer un trabajo con padres en la psicoterapia de un hijo, no implica que el espacio terapéutico vaya a ser para los padres. Ellos van a participar en el proceso, son una parte fundamental, pero solo desde su lugar como padres en funciones. Los padres son los pilares de la constitución del aparato psíquico del hijo, y transmiten un linaje, una cultura, traen ideales, costumbres, códigos, tabúes, además de otros valores fundamentales para la tarea del hijo en consulta.

De ese trabajo, el del hijo, y del que participan, se llevarán una serie de efectos terapéuticos; los relacionados con poder pensar al hijo como alguien distinto, y aquellos relacionados con diferenciar y concretar las funciones parentales. En este espacio, cada padre acude como padre de forma que no se profundiza en cada uno de ellos como persona en cuestión, ni tampoco en la pareja; la tarea será pensarse como padres. Será un espacio en el que se trabaje el vínculo paterno- filial.

El valor de las historias familiares.

“Cuéntenme, ¿Cómo fue que llegó este hijo?” “Y ustedes, ¿Cómo se conocieron?” “¿Qué recuerdan de su etapa adolescente?” Estos son algunos de los interrogantes que invitan amablemente a los padres, a traer algo de sus historias propias. También podrán contar como transcurrió la historia de este hijo por el que consultan. Con el relato surge el recuerdo, algo que a menudo permite ver lo actual con más claridad. Es frecuente, que la tarea de recordar sea compleja, costará traer al presente muchos recuerdos, pero éstos llegan y permiten dar cuenta de algunas cuestiones que se repiten. También permiten señalar la diferencia, otorgar a cada quién lo que le corresponde. Y brindan a ambos padres la oportunidad de escucharse mutuamente.

Articular para desarticular y poder reconstruir a través de la escucha, y de las hipótesis que formulará el psicoterapeuta en las sesiones. Podrán reencontrarse con su forma de ser padres y escuchar desde otro lugar aquello que le sucede al hijo.

Las funciones parentales.

Cada pareja de padres encarna una serie de funciones. Es importante señalar que no se trata de una cuestión de sexos, tampoco es una cuestión de dos, ya que una única figura también parental podría desempeñar las funciones parentales precisas.

Las funciones parentales forman parte del material de construcción del psiquismo del hijo. Desde que un bebé existe en el vientre materno, su historia comienza a tejerse. Pero será tras el parto, cuando se inicie la construcción del psiquismo propio. De una parte, tendrán lugar las cuestiones al respecto del cuidado, como lo nutricio, la higiene y la contención dando lugar a la continuidad del bienestar del bebé. Poco a poco se creará un espacio que permita al bebé captar que es algo distinto de quién lo cuida. En el crecer desarrollará habilidades que le van a permitir explorar el mundo. Transitando del campo de la ilusión-fusión a la separación y desilusión. Habrá de promoverse una brecha que separe al hijo, que le de un lugar distinto, propio; portador de lo identitario.

El sentido común.

“No existe un manual para padres”, “no vino con instrucciones debajo del brazo”, éstas son dos frases que padres y terapeutas pronuncian en la intimidad de las sesiones. Son dos frases que expresan la dificultad y la sencillez de la tarea de ser padres. Una tarea compleja, pero que a su vez se puede afirmar es una tarea de sentido común.

No existe un manual, puesto que cada pareja de padres se construye desde la historia propia. Tras la historia de la pareja y con lo acontecido en el lugar que como hijos que cada padre ocupó en su momento se instituye el lugar de padres. Del entramado familiar surge lo sintomático y en él están las respuestas, en el relato de lo familiar. Será preciso poder hablar, poder nombrar, poder escucharse para así hacer conciencia y generar un cambio. Comprender que ocurrió y porqué ocurrió de ese modo.

El sentido común suele ser buen consejero, pero junto a él acompañan miedos, angustias, deseos, anhelos… todos y cada uno de éstos son miembros del consejo y no siempre facilitan la tarea del mencionado sentido común, el espacio terapéutico ordena otorgando un lugar para cada uno de ellos.

Lo que buenamente se pudo hacer con aquello que se tenía.

Cuando los padres llegan a consulta, ya lo han intentado todo. Lo cierto es que ya no quedaba más remedio. Es frecuente, llegar con la sensación de haber fracasado, no obstante, tras ese amargo gran paso, se encuentran padres que han podido pensar, que han logrado detenerse para intentar un último esfuerzo más.

Se abre la oportunidad de ver que albergaba la mochila de cada quién y que es lo que ha ocurrido con todo eso. Los cambios que se propician con el trabajo terapéutico, son nuevas formas de entender lo propio. Pudiendo elaborar aquello que se trae surge la oportunidad de hacer algo nuevo con ello, lo que cada padre decida, en este caso. Otro motivo por el cual no hay manual de instrucciones, porque será muy valioso que cada quién decida que hacer tras haber podido pensarse.

A modo de resumen se recogen brevemente las doce claves expuestas:

  1. El encuentro con padres: solicitar consulta. Recibir a cualquier padre requiere poder comprender en profundidad el motivo que los trae y la dificultad que han atravesado hasta poder llegar.
  2. La tarea del terapeuta. Saber escuchar todo aquello que traen y lograr comprender la historia y los sentimientos que los acompañan.
  3. Como se cuenta la historia. En consulta se cuenta desde lo explícito, pero también desde lo implícito. Será tan importante lo dicho, como lo no dicho.
  4. ¿Para qué los padres, si se consulta por un hijo? Ellos, son parte fundamental de la historia del hijo. El hijo es fruto de los lazos entre ambos.
  5. La escucha, en la psicoterapia psicoanalítica. La escucha, es la herramienta principal, será la herramienta que permita abrir paso a la tarea. Ésta debe haber sido entrenada en su hacer.
  6. Los distintos hijos que se escuchan en consulta. Escuchar como lo hacen los psicoanalistas, escuchar a los padres, al hijo que traen en su relato y escuchar al niño que se recibe en consulta. En la distancia de las diferencias entre ellos se encuentran algunas de las respuestas de la encrucijada.
  7. La alianza de trabajo con padres. Hacer equipo, construir una mesa de trabajo en la que no falte ningún miembro. Padres, hijo y terapeuta deben aunar esfuerzos por un objetivo común. Esto debe quedar muy claro.
  8. El trabajo de los padres. La tarea con padres que consultan por un hijo, se dirige únicamente a su función como padres. En el momento en el que asome alguna cuestión propia, o de la pareja ésta debe ser dirigida a un espacio de trabajo distinto. Quedando el actual al servicio del vínculo paterno filial.
  9. El valor de las historias familiares. Lo generacional, tiene un valor y una fuerza que precisa del lugar en el espacio de terapia. Diferenciar que pertenece a cada quién abre vías de paso al cambio.
  10. Las funciones parentales. Recogen una serie de tareas o hitos necesarios para que se de la construcción de un psiquismo libre de angustia. Determinar que ha podido darse y que no, son parte de la tarea en consulta.
  11. El sentido común. Un buen consejero, puesto que no existe ningún manual para padres, ni tampoco para hijos.
  12. Lo que buenamente se pudo hacer con aquello que se tenía. Acoger desde el respeto las historias que se traen son el único recurso que se me ocurre para poder ayudar a quién consulta.

 

Escrito por: Rocío Mallo, Psicoterapeuta, Equipo Clínico de Psicoafirma.

Bibliografía.

Caellas, A.Mª, Kahane, S. Sánchez, I. (2015) El Quehacer con los padres.

Kancyper, L. (2003) La confrontación generacional.

 

 

 

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