La gran demanda actual de atención clínica al respecto de lo adolescente, empuja a los profesionales que nos dedicamos a ello a pensar y cuestionarnos sobre aquello que acontece. Discernir entre la cuestión de lo adolescente y aquello que pudiera ser una dificultad, es una de las primeras tareas. A menudo la dificultad está en comprenderse y en consecuencia poder escucharse. Se describen en este artículo algunas cuestiones al respecto de la diferencia generacional, el tiempo de la oposición adolescente y la necesidad de tener que oponerse, la cuestión de la deuda de la filiación, aquello que resulta insoportable de los adolescentes, los peligros de patologizar, el miedo de los riesgos y la salida al mundo. El objetivo es abrir paso al pensar aquello que ocurre a los hijos adolescentes y permitir la escucha. ¿Es posible ser diferente como parte de la tarea adolescente?
A modo de breve resumen, aquí aparecen los 9 puntos descritos:
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La diferencia generacional.
Lo generacional imprime un orden y un valor preciso para la estructura familiar y para la estructuración psíquica del hijo.
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Pensar diferente ¿Oposicionismo adolescente?
El hijo crece, porta la tarea de encarnar lo propio. Inmerso en lo familiar y como parte de lo generacional, hará de lo heredado algo nuevo y distinto.
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El tiempo de la oposición del adolescente.
Oponerse es para los adolescentes un modo de ser diferente, de marcar algo de lo propio distinto de lo heredado.
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Portar la deuda de la filiación.
Entre padres e hijos se dan una serie de intercambios que generan la llamada deuda. Los padres se entregan a la tarea de la parentalidad, mientras que los hijos reciben esa entrega.
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La necesidad de tener algo a lo que oponerse.
Aquello que el adolescente podía encontrar en lo familiar para alcanzar la diferenciación (en lo adolescente), ahora se encuentra fuera, en lo social.
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Lo insoportable que puede resultar de lo adolescente.
De pronto algo cambia y torna distinto en el hijo. Aquel hijo adorable y casi perfecto ha dejado de serlo y ahora todo o casi todo es un problema. Para los adolescentes es difícil comprender muchas cuestiones que tienen que ver con los riesgos.
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¡Algo se podrá hacer!
Efectivamente, si hay algo que poder hacer: escuchar. Dar un lugar a la palabra de un hijo, escucharlo confiando en lo que dice y hace es una forma de acompañarlo en esa tarea de crecer y salir al mundo.
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Los riesgos de patologizar.
Ante los cambios que se observan en un hijo, el miedo y para calmar la ansiedad del miedo se tiende al diagnóstico, a la patología.
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Consultar al terapeuta.
Consultar al terapeuta implica abrir un espacio intermedio, un lugar en el que poder transitar de la angustia a la calma, del conflicto al entendimiento. Un lugar que permita la escucha mutua en esa etapa tan compleja de lo adolescente.
La diferencia generacional.
Lo generacional tiene que ver con el hecho de convivir y coexistir en un mismo tiempo compartiendo y formando parte de las particularidades del mismo. Las generaciones, son parecidas en sí mismas y diferentes entre ellas. En la sociedad actual son conocidas las nombradas como “Baby Boomers” (nacidas entre 1945 y 1964), “Generación X” (nacidos entre 1965 y 1981), “Generación Y o Millennials” (nacidos entre 1982 y 1994), y la “Generación Z o Centennials” (nacidos a partir de 1995 hasta la fecha actual).
Cada una de estas generaciones marca un tiempo compartido para sus coetáneos y grandes diferencias con los precedentes. Permiten contar historias repletas de un saber propio repleto de sabia experiencia, la misma que va a adquirir la generación futura con la oportunidad de descubrir una nueva historia, la propia, esa que se dará con la generación que viene en camino.
Esto sucede en el núcleo de lo familiar. Las generaciones marcan las diferencias entre padres e hijos y éstas son diferencias imprescindibles para las personas ya que dan estructura. Es muy importante que existan diferencias (generacionales) entre padres e hijos, hijos y abuelos, etc. De algún modo lo generacional imprime un orden y un valor preciso para la estructura familiar y para la estructuración psíquica del hijo. En ese orden, cada quién tiene un lugar y una función, dota de saber a cada miembro de la familia.
Pensar diferente ¿Oposicionismo adolescente?
Entre padres e hijos existen grandes similitudes y a su vez grandes diferencias. Cada una de ellas se va tejiendo desde el inicio en la historia del hijo como parte del entramado familiar. ¿Existe otro modo de tener un hijo?
Con el deseo de hijo se da la forma deseada y anhelada a ese futuro descendiente. ¿Será niña o niño? ¿Llegará sano? ¿Le gustará…? También surgen las preguntas sobre la parentalidad. ¿Sabré hacerlo? ¿Será difícil? ¿Me querrá tanto como…? Cuando el hijo nace, se resuelven algunas incógnitas o al menos ya se hacen declaraciones firmes sobre el hijo. “Se parece a su madre” “Tiene mucho carácter, como su abuelo” “Es un niño muy independiente” “No para de llorar, es terrible”
Mientras tanto y a la par que el hijo crece, porta la tarea de encarnar lo propio. Inmerso en lo familiar y como parte de lo generacional, hará de lo heredado algo nuevo y distinto. Será especialmente en la etapa adolescente el momento en el que se dibujen algunas de las diferencias más importantes. ¿Significa esto que un adolescente debe ser desafiante? ¿Implica la diferencia una necesaria rebeldía?
Pensar es en sí mismo pensar diferente, es de este modo que en el momento en el que los hijos comienzan a pensar por sí mismos comienzan a establecerse las diferencias con los padres y también entre las generaciones.
El tiempo de la oposición del adolescente.
Oponerse es para los adolescentes un modo de ser diferente, de marcar algo de lo propio distinto de lo heredado. No por esto se pierden muchos de los rasgos heredados de lo familiar, ya que éstos permanecen y coexisten con lo nuevo, es así que se da la filiación. A la oposición del adolescente se le atribuye muy mala prensa, pero se desconoce la vital importancia del momento. No se trata de consentir o permitir cuanto se le antoje al adolescente, si no de comprender que ocurre, que verdadero significado tiene ese tiempo de la oposición.
Portar la deuda de la filiación.
Entre padres e hijos se dan una serie de intercambios que generan la llamada deuda. Los padres se entregan a la tarea de la parentalidad, mientras que los hijos reciben esa entrega, sin ofrecer a priori nada a cambio. Será pasada la adolescencia que entonces puedan expresar gratitud a esos padres que tanto les dieron.
Esto que pareciera sencillo, no lo es. ¿Cuántos padres no han sentido desagradecidos a sus hijos? Muchos padres se lamentan del esfuerzo, del tiempo, de la dedicación, de la entrega, de la prioridad en la que colocaron a sus hijos y en base a la que decidieron el curso de sus vidas al no percibir a un hijo que pueda agradecer o devolver de un modo u otro toda la mencionada entrega.
Aquí puede aparecer la culpa. Es fácil generar culpa en un hijo en base a esta deuda. Y al tiempo es difícil no condescender a todos los pedidos de un hijo. Existen multitud de cuestiones importantes y delicadas en la etapa adolescente. Tratando de describir uno de ellos en estas líneas, se habla de la llegada de los derechos y las obligaciones. Un hijo adolescente ya ha adquirido derechos, pero también obligaciones. Padres e hijos deben hacer un esfuerzo por tener esto presente para no cargar con culpas o deudas desmesuradas.
La necesidad de tener algo a lo que oponerse.
Son diversos los psicoanalistas de la época actual que escriben sobre lo adolescente y todo lo que a ello le concierne. Aquello que el adolescente atraviesa en su etapa evolutiva permanece como proceso evolutivo con las diferencias que imprimen sobre él las sociedades actuales. Con el objetivo de poder ayudarlos, buscan comprender los conflictos que atraviesan y por los que sufren.
El adolescente precisa de un tiempo de oposición, un punto de inflexión en el que pensar, decir y actuar algo distinto, a veces pareciera que justo lo contrario, para poder diferenciarse. Esta oposición tildada de rebeldía, en muchas ocasiones, se daba frente a los propios padres, ¿a qué se oponen los adolescentes de nuestra época? ¿de qué se diferencian? Algo ha cambiado de modo que aquello que el adolescente podía encontrar en lo familiar para alcanzar la diferenciación (en lo adolescente), ahora se encuentra fuera, en lo social. Los adolescentes actuales encuentran en lo social, grandes cuestiones a las que enfrentarse y oponerse para así, lograr diferenciarse. La cuestión de la norma heterosexual, no comer carne o nada de origen animal son algunos ejemplos (Lutereau, L. 2019).
Sera importante comprender el momento de la oposición junto con la realidad de la sociedad actual en la que muchas cuestiones vitales que atraviesan a las personas como puede ser lo identitario y la cuestión del género están pudiendo ser repensadas.
¿El debate radica en que algo es bueno y su contrario lo malo? ¿Existen los matices y el pensamiento más allá de lo válido o lo inválido, lo moral o lo inmoral? ¿Hay discurso o es solo una oposición sin mayor argumento?
Lo insoportable que puede resultar de lo adolescente.
Es frecuente escuchar a muchos padres eso de que “no hay quién lo aguante” “parece que no es él” “se ha vuelto insoportable” “era un niño tan bueno y cariñoso, no entiendo que ha pasado” De pronto algo cambia y torna distinto en el hijo. Aquel hijo adorable y casi perfecto ha dejado de serlo y ahora todo o casi todo es un problema. Es un tiempo difícil para los padres puesto que será importante no tirar la toalla. Para los adolescentes es difícil comprender muchas cuestiones que tienen que ver con los riesgos. Es la etapa de salir al mundo, expresión que habla del momento en el que el mundo del hijo se amplía y pasa de lo familiar casi exclusivamente a lo social, lo de fuera, las demás cosas del mundo.
Surgen los miedos, “saber qué hace en cada momento”, “que no pruebe el alcohol”, “todavía es una niña, no puede mantener relaciones sexuales” “en internet nunca se sabe quién está del otro lado” “detrás de redes sociales hay tanta gente” Ante los cuales es fácil plantearse las siguientes cuestiones ¿es posible evitar que salgan a lo social? ¿es posible tener un control total y absoluto de internet? ¿es posible evitar que en algún momento prueben el alcohol? ¿Cómo manejar la irrupción de la sexualidad?
¡Algo se podrá hacer!
Efectivamente, si hay algo que poder hacer: escuchar. Dar un lugar a la palabra de un hijo, escucharlo confiando en lo que dice y hace es una forma de acompañarlo en esa tarea de crecer y salir al mundo. Ser escuchado por un padre, dará a ese padre la oportunidad de ser también escuchado por el hijo. En esta tarea de escucha, será importante poder transmitir al hijo aquello que el padre piensa. La mayoría de los padres desean que sus hijos estén a salvo, que nada los ponga en riesgo. Pedir a un adolescente que no se ponga en riesgo resulta paradójico en sí mismo puesto que lo adolescente tiene algo de eso mismo.
El miedo propio de este momento evolutivo lleva a muchos padres a prohibir tratando de impedir o retrasar que ciertas cosas puedan darse. Al respecto de la prohibición en lo adolescente sabemos que produce justo el efecto contrario, no solo va a provocar que lo haga, que lo busque y que lo experimente si no que además lo van a desear con más fuerza e intensidad.
Ante el miedo, surge la necesidad de control algo que de modo alguno enloquece al adolescente prendiendo un conflicto tras otro con los padres. El control y la prohibición no permiten la escucha, no hay intercambio y además deja solo al adolescente ya que, ante el resultado penoso de un peligro, no piden auxilio a los padres. No sienten la confianza de pedirles ayuda si lo precisan ¿existe algo más peligroso que eso?
Los riesgos de patologizar.
Uno de los mayores riesgos que sufren los adolescentes (especialmente en la época actual) es el del la patología y el diagnóstico. Ante los cambios que se observan en un hijo, surge como mencionaba previamente, el miedo y para calmar la ansiedad del miedo se tiende al diagnóstico, a la patología. “¿Qué le ocurre?” “¿Es adicto?” “¿Qué debo hacer?” Un diagnóstico encierra el problema y ya de paso al adolescente impidiéndole crecer.
El adolescente es alguien en constante cambio, y por tanto será importante poder discernir a que responden los cambios que se observan en él. Habrá muchas cuestiones que preocupen a un padre y ante eso será importante poder establecer un diálogo que permita la escucha. Comprender lo adolescente no es tarea fácil, incluso a los profesionales y expertos en la materia nos supone una importante tarea de escucha y comprensión para poder diferenciar y comprender de que se trata exactamente.
En muchas ocasiones eso que preocupa o asusta a un padre tiene que ver con el proceso propio de la etapa evolutiva. ¿Significa esto que no es necesario acudir a un profesional? No, significa que es muy importante no patologizar de forma inmediata. Y que ante el miedo y la ansiedad que puedan generar las preocupaciones al respecto del hijo, sí será muy importante acudir a un profesional que posibilite la escucha, abriendo paso a la comprensión de aquello que sucede permitiendo a padres e hijos ocupar el lugar que precisan, los unos para el otro y viceversa.
Consultar al terapeuta.
¿Qué implica consultar al terapeuta? Puede despertar grandes dudas y cuestiones que interfieran en la tarea, motivo por el cual es preciso detenerse en dicha cuestión. El lugar del terapeuta nunca tiene que ver con la complicidad con los hijos, ni tampoco es un lugar al servicio del control de los padres sobre un hijo. Poder comprender esto no siempre es fácil, y ésta será la primera cuestión que aclarar con el pedido de la demanda. Por tanto, lograr esclarecer la demanda real, ordenarla y comprenderla será lo que permita el inicio de la tarea. Muy a menudo la cuestión por la que se consulta no es la realmente aparente. Éste es otro motivo por el que se desaconseja focalizar la terapia en una cuestión concreta ya que esto no permite alcanzar la cuestión que enraíza el problema.
Consultar al terapeuta implica abrir un espacio intermedio, un lugar en el que poder transitar de la angustia a la calma, del conflicto al entendimiento. Un lugar que permita la escucha mutua en esa etapa tan compleja de lo adolescente.
Escrito por: Rocío Mallo. Psicoterapeuta. Equipo Clínico de Psicoafirma.
Bibliografía.
Lutereau, L. (2019) Esos raros adolescentes nuevos.
Ubieto, J. R. (2019) Del PADRE al iPad. Familias y redes en la era digital.
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