Ser madre

Mayo es el mes en el que se homenajea a las madres. Aquellas que dotan de vida, que permiten la diferencia, que posibilitan la estirpe. A través de la maternidad se da forma a otro (ser humano) distinto que organiza la familia. Con cada nacimiento se ordena un nuevo lugar para cada miembro de la familia, emerge lo generacional. Con el nacimiento de un niño se hace un corte, se genera un antes y un después. Se describen en este artículo algunas cuestiones esenciales acerca de la cuestión de la maternidad, ¿Qué implica la tarea de ser madre?

Ser madre, ¿Qué significa ser madre?

Un cuerpo que alberga otro, un cuerpo dota de vida al otro que devendrá diferente. Se precisa del cuerpo, pero también del otro, el otro humano, la madre, aquella que gesta, pero también sueña, fantasea y piensa a ese hijo que está por llegar. El cuerpo de la madre alberga y nutre al niño que crece en él. La madre que espera al hijo, también lo nutre con sus sueños, deseos, anhelos y fantasmas. Siendo ésta, condición indispensable para la vida, la vida psíquica.

Aquellas mujeres que esperan la llegada de una nueva vida, la del hijo, proveen desde antes del parto de afecto, palabras, deseos y cuidados. La vida humana, precisa de otros también humanos en la condición misma de lo humano. La maternidad es mucho más que un mero hecho biológico. Es también un proceso mental y emocional. Del mismo modo que un cuerpo engendra a otro, un psiquismo permite otro. La gestación humana, el bebé en camino implica siempre la interferencia de un inconsciente con otro. Lo que posibilita la vida es el deseo de quién la aguarda.

 

El rostro materno, un rostro que nutre.

Antes de nacer los bebés ya reconocen a la madre, lo hacen por ejemplo a través de la voz. Es una voz que les suena familiar, es la voz que los ha acompañado durante los nueve meses de gestación. Al nacer reconocen el contacto de piel con piel, un contacto necesario para la vida humana. Reconocen el olor de la leche materna, mostrando un desarrollado sentido del olfato. El rostro de la madre es otro de los grandes protagonistas de los primeros años de vida. Al nacer un bebé todavía ve borroso, pero si reconoce patrones visuales a la distancia exacta que se da entre un bebé y la madre que lo sostiene en brazos, aproximadamente a una distancia de veinte o treinta centímetros.

En brazos, entre caricias, en el contacto de un cuerpo con otro cuerpo, entre olores y a través de las miradas, una madre alimenta a su bebé, ése que la observa atento disfrutando plácidamente del alimento materno. ¿Qué tipo de alimento materno? El que nutre tanto en lo afectivo como en lo fisiológico.

Es de este modo que, a través de la mirada de la madre, un bebé se abre paso en el mundo. Es por ser mirado que algo de lo identitario toma forma y se construye en lo más interno de un bebé. A través de la mirada de amor que brinda la madre el niño atesora una vivencia interna de amor propio. Son diversos los experimentos de psicología evolutiva que dan cuenta de la importancia del rostro materno y del afecto del que precisa nutrirse un bebé.

Aquello que nutre y aquello que calma: ¿el pecho?

Aunque no necesariamente será a través del pecho que un bebé pueda nutrirse fisiológica y emocionalmente, si se puede afirmar que a través de la cuestión de la nutrición se alimenta el alma además del cuerpo. En esta ocasión pensar en el pecho materno como fuente nutricia ilustra gráficamente la cuestión de lo nutricio, como decimos, en todos los sentidos. El pecho materno nutre y a su vez calma. El bebé queda pegado al pezón aún después de haber ingerido alimento suficiente. Éste también es recurso de las madres, que ante la angustia desbordada de un hijo encuentran en el pecho una herramienta de sedación perfecta. Para entonces el pecho materno trasciende la necesidad de lo fisiológico, satisfaciéndose otras necesidades del bebé.

¿Qué pasa cuando no hay un pecho físico que alimente?

Lo que alimenta es una madre a través de otra herramienta. Precisamente, la madre es lo verdaderamente importante y no el pecho en sí en este caso. Para que nos entendamos, el mensaje que recibe un hijo, ese bebé que ha llegado al mundo, es que alguien cuida, alguien provee de alimento y afecto. El niño percibe una presencia de otro, una madre que nutre a su bebé con ganas, con amor, con mucho amor. Así se transmite el gozo de la madre que se sabe indispensable para la existencia del bebé en ese momento evolutivo.

Ser diferente, la alteridad del hijo.

Tras un primer periodo en el que madre e hijo permanecen especialmente unidos, cercanos literalmente, cuerpo a cuerpo, comienza a desplegarse el movimiento en el niño. La posibilidad de moverse a través de la destreza motriz, permite explorar el entorno. Explorar, jugar y descubrirse a sí mismo y el mundo, con la presencia de la madre y sin ella, tratando de interiorizarla para así soportar la ausencia es el modo a través del cual un niño continúa avanzando en su desarrollo evolutivo. Es de este modo que puede también descubrirse diferente de los otros.

Lo que implica ser madre y lo que implica ser mujer, alberga diferencias fundamentales.

¿Qué diferencias existen entre el hecho de ser madre o el hecho de ser mujer? ¿Acaso existen diferencias? Si, existen diferencias importantes. En primer lugar, para que una mujer pueda ser madre, será preciso tener el deseo de serlo, de dotar de vida a otro descendiente, diferente, con algo de la madre, con algo del padre, con algo de lo familiar. Será preciso el deseo de un hijo que pueda ser portador de una herencia, de lo generacional.

Ser madre, implica todas y cada una de las cuestiones previamente descritas y además será preciso alcanzar el logro de habitar ambas facetas (ser madre y ser mujer) sin abandonar nunca ninguna de ellas. Será preciso que la madre no abandone nunca el deseo de ser mujer. Pudiendo sostener el deseo de ser mujer a la vez que el deseo de ser madre, organizando un tiempo para cada deseo se posibilita la vida del hijo, y el deseo del mismo.

El deseo de ser mujer que porta la madre, brinda al hijo la oportunidad de deseo propio.

Con el deseo de madre se le otorga al hijo una disposición materna que le permite nacer y existir, pudiendo ser nutrido en cuerpo y alma. Más tarde será preciso que reaparezca el deseo de ser mujer pudiendo ser abandonado ininterrumpidamente y permitiendo que la madre ahora se atienda y disponga a sí misma. Tan importante es que una madre brinde las 24 horas del día los cuidados necesarios a su bebé, como que a medida que este crezca ella pueda retomar tiempo para sí misma, su propio cuidado, sus propios intereses (sociales y laborales), lo relativo a la pareja, etc. Esa mujer no va a dejar de ser madre, retomará su faceta de madre, pero sin abandonar nunca la de mujer. Esto permite al hijo alcanzar la reputada independencia y autonomía, ambos conceptos de lo evolutivo, cruciales en los primeros años de vida.

La madre, que retoma su lugar de mujer construye la autonomía de su hijo.

Esa mencionada independencia, permite al niño entender a la madre como algo distinto, y por tanto comprenderse a si mismo también en esa diferencia. Puede, también, integrar la ausencia precisa que lo dotará de la capacidad de estar solo bridándole la oportunidad de ingresar en el mundo con las otras personas y los otros niños.

Estas cuestiones atañen a la construcción del psiquismo del niño en sus primeros años de vida. De ello dependerá también lo identitario, cuestión esencial y transversal en la futura vida adulta del niño.

El peso y la responsabilidad de ser madre.

Toda madre vive en sus carnes el peso y la responsabilidad de serlo. Desde el embarazo coexisten en ella deseos y fantasías ambivalentes. Se dice de las madres en período de gestación, que lucen radiantes, algo especial las acompaña. Dotas de la capacidad de crear vida en sus entrañas, la portan en un único cuerpo durante 9 meses. A la par que jubilosas y pletóricas pueden surgir sentimientos inquietantes entorno a la capacidad que tienen para gestar. ¿Está bien? ¿Tendrá alguna enfermedad? ¿alguna malformación? ¿podré comer… le afectará?

Surgen los fantasmas y el miedo, miedo a la muerte, cuestiones de las que las madres se sienten responsables. Ellas, quienes portan al hijo dentro de sí, lo dotan de forma y les transmiten aquello que llevan dentro, lo bueno y lo malo. Todo esto, las llenará de alegría y plenitud en unas ocasiones y otras de angustia, en otras.

La leche materna ¿llega o no llega?

Lo mismo sucede con el pecho y la leche, tras el parto. “No tenía suficiente leche y perdía peso” “Lloraba sin parar, la leche no era…” “No pude darle el pecho…” “Mi leche no era buena…” “…tenía mucho dolor, fui incapaz” “Traté de aguantar todo el tiempo que pude… hasta que le quité el pecho” Frases como estas se repiten entre los labios de muchas madres que vieron frustrado el intento de amamantar al hijo o que se sintieron culpables y responsables de brindar o privar a su hijo de la experiencia de alimentarse mamando del pecho materno.

Pareciera que hay algo de la madre que falla, o que no es válido, éste es un mensaje que se transmite sin palabras, que se clava en lo más profundo de una madre que escucha el llanto desconsolado de un hijo que no puede mamar del pecho, ni dormir (o calmarse con lo materno) en sus primeros meses de vida.

¡Menos mal que el pecho no lo es todo!

Desear tener un hijo es algo muy diferente de querer tener un hijo a toda costa.

Una de las diferencias principales entre el deseo de hijo y la idea acérrima de tener un hijo, tiene que ver con el sentimiento de apropiación. Por el contrario, el deseo de madre refleja la disposición a la espera. En ocasiones es preciso esperar hasta que por fin se produce el embarazo, no siempre es fácil concebir. Logrado esto, se da una espera durante en el embarazo, nueve meses cargados de emociones y sentimientos a la espera del gran día, el momento de conocer al bebé.

Más arriba se apuntaba a la cuestión de la alteridad como característica inseparable de la condición de ser hijo. Es la madre la que se presta a disposición de la concepción y procreación del hijo, de alguien distinto. La espera, permite ver al hijo como diferente y no como una parte de si misma, como si de una prolongación se tratase ¿sería posible la alteridad?

Ser mujer, tener pareja, ser madre, tener un hijo: el ciclo de la maternidad.

Podríamos trazar una línea sobre la que dibujar el recorrido de la procreación. Se ha señalado la importancia del deseo, un deseo dotado de la capacidad de espera y con la posibilidad de la alteridad. Se ha señalado la diferencia entre ser madre y ser mujer y como es de vital importancia que una mujer que es madre pueda retomar su deseo de ser mujer. Con el deseo de ser mujer, ésta posa su mirada en la pareja y a su vez en ella misma y en sus intereses propios. No ha dejado de ser madre, pero tampoco de ser pareja. Tras el tiempo que ocupa a una madre la tarea de la maternidad, llega el momento en el que esos cuidados ya no son indispensables y además el hijo precisa de libertad para poder ser ¿Podrá la madre dejarlo ser? ¿podrá la madre retomar el deseo de ser mujer, volcando de nuevo el deseo en la pareja?

Es frecuente encontrarse con padres que han dejado de ser pareja porque las tareas de padres los ocupan hasta tal punto que todo lo invaden. ¿Por qué nadie reclama esa parte de la intimidad en la pareja? También son comunes los relatos de las madres que se han visto literalmente atrapadas por los hijos: “tenía que estar literalmente pegado a mí, era el único modo de que no llorase” “dormía entre nosotros, solo así yo lograba descansar un poco” Un relato tras otro, de madres que se han visto en plena tarea de madre, al cuidado vital de sus hijos, haciendo malabares para sobrevivir, para luego, más tarde, cuando el bebe ya es niño, y el llanto ya no es desgarrador, lidiar con la tarea de volver a ser mujer, dejando de ser madre solo algún instante. Tarea ésta de madres e hijos en las que los padres y/o parejas también tiene un papel importante. Un tiempo para ser mujer, ser pareja, ser madre y alcanzar el equilibrio de ser madre y otra vez mujer.

Ser madre, ¿Qué significa ser madre?

  1. Un cuerpo que alberga otro, un psiquismo da forma a otro.
  2. El rostro de la madre nutre algo de lo identitario en el bebé.
  3. Una madre que goza cuando calma a la vez que nutre, evidencia una presencia que alimenta al niño de amor.
  4. El hijo, aquel que logra la diferencia tras la ausencia interiorizada de la madre.
  5. Ser hijo, significa ser singular y por tanto diferente.
  6. Ser madre y ser mujer, una dicotomía precisa.
  7. Permitir la autonomía y la independencia del hijo (en los primeros años de vida).
  8. Desear tener un hijo, es tener la capacidad de esperar a otro diferente.
  9. Querer tener un hijo a toda cosa, se asemeja con el hijo como prolongación de la madre.
  10. El equilibrio entre ser madre y sin dejar de ser mujer.

 

Por último, añadir que en otro momento se abordaran los nuevos modelos de maternidad. Finalmente, un poema de Rosalía de Castro en el que describe la angustia de una madre ante la muerte de un hijo.

A mi madre (1863)

I

¡Ay!, cuando los hijos mueren,
rosas tempranas de abril,
de la madre el tierno llanto
vela su eterno dormir.
Ni van solos a la tumba,
¡ay!, que el eterno sufrir
de la madre, sigue al hijo
a las regiones sin fin.

Mas cuando muere una madre,
único amor que hay aquí;
¡ay!, cuando una madre muere,
debiera un hijo morir.

II

Yo tuve una dulce madre,
concediéramela el cielo,
más tierna que la ternura,
más ángel que mi ángel bueno.

En su regazo amoroso,
sonaba… ¡sueño quimérico!
dejar esta ingrata vida
al blando son de sus rezos.

Mas la dulce madre mía,
sintió el corazón enfermo,
ternura y dolores,
¡ay!, derritióse en su pecho.

Pronto las tristes campanas
dieron al viento sus ecos;
murióse la madre mía;
sentí rasgarse mi seno.

La virgen de las Mercedes,
estaba junto a mi lecho…
Tengo otra madre en lo alto…
¡por eso yo no me he muerto!

 

Escrito por: Rocío Mallo, Psicoterapeuta, Equipo Clínico Psicoafirma. 

Bibliografía.

Recalcati, M. (2018) “Las manos de la madre. Deseo fantasmas y herencia de lo materno”

Sobre el autor

Añade tu comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.