El sueño en los primeros años de vida.

En el trabajo con niños y adolescentes, es importante conocer toda su historia. En la tarea de indagar sobre ella se convoca a los padres, ellos la conocen bien y aportan datos de verdadero interés para el trabajo terapéutico posterior. La infancia y el sueño en los primeros años de vida revelan la raíz de algunas dificultades que se sostienen a lo largo del crecimiento de un niño, generando mucho malestar.

¿Cómo llegó ese niño al mundo? Responder dicha cuestión también implica indagar en los entresijos de la pareja de padres. Que deseos y proyectos (si es que los hubo) acompañaron la llegada de ese hijo. En qué circunstancias se encontraban y como fue para ellos la tarea de traerlo al mundo.

En este artículo nos centraremos en el sueño. Algo de vital importancia para el ser humano a lo largo de toda su vida y especialmente en sus primeros años de vida. ¿Cómo es dormir con un bebé recién nacido en casa?

El sueño en los primeros años de vida.

Dormir con un bebé en casa ¿Fácil o desesperante?

Cuando llega un bebé, nadie sabe qué va a ser fácil o que no lo será. El sueño es una de las cuestiones que más dificultades puede acarrear, tanto para el bebé como para los padres. La diferencia entre que un bebé duerma largo y tendido o al menos no llore sin cesar día y noche, es abismal. Pero podría afirmarse que es una lotería.

Descansar es importante, es una cuestión de vida o muerte en el ser humano, pero con un bebé no siempre es posible. Los bebés necesitan dormir entre doce y dieciséis horas al día, lo hacen en intervalos cortos de tiempo. No obstante, algunos bebés pueden alargar las horas que se mantienen dormidos durante la noche, esto da una pequeña tregua a los padres. De este modo, dormir con un bebé puede pasar de ser fácil a ser una completa desesperación para los padres. A continuación, entraremos en algunos detalles.

 

¿Cómo de relevante es el sueño en la infancia?

Los primeros meses de vida de un niño son muy importantes para su desarrollo. Éste es un tiempo en el que los bebés, pasan la mayor parte de las horas del día durmiendo. Deben empelarse a fondo en la tarea de dormir, puesto que la calidad de su sueño será determinante para su salud física y mental.

Comer y dormir son las dos cosas que hace un bebé en sus primeros meses de vida, siempre y cuando no haya dificultades que lo entorpezcan. En el trabajo clínico con padres es habitual encontrar historias en las que los hábitos de comer y dormir de sus hijos recién nacidos se complicaron causando mucho malestar familiar (tanto a padres como a hijos). Es frecuente recoger en consulta los relatos de esos padres que narran el tormento del no dormir, del llanto constante, las noches en vela, de la intolerancia a la leche, la preocupación por el hijo que precisa nutrirse, alimentarse para crecer, etc.

“No dormía, lloraba mucho…” “Estaba incómodo, era por el reflujo…”, “Mi leche no el sentaba bien…” “Sólo dormía si estaba pegado a mí” “Nos funcionaba el paseo en la silla, vueltas y vueltas a la manzana, siempre en la calle” “No podíamos tumbarlo en su cuna, lo colocaba en el porteo y ahí erguido y apoyado sobre mi pecho se calmaba”

Comer y dormir son dos tareas que van acompasadas, si el bebé puede comer plácidamente, podrá dormir del mismo modo. Es de este modo que la alimentación influye de manera determinante en la evolución de los patrones del sueño del bebé.

 

Comer, dormir y relacionarse con el entorno cada cuatro horas.

El patrón de sueño del bebé es distinto al de los adultos. En los adultos el sueño responde al conocido ritmo circadiano, el cual se repite cada veinticuatro horas. De un modo distinto, los bebés responden al ritmo ultradiano, que se repite varias veces al día, en secuencias de aproximadamente cuatro horas. Dormir, comer y relacionarse con el entorno es la tarea que les ocupa en esos primeros meses de vida. Será importante no olvidar que de la teoría a la práctica hay un trecho, es decir, la duración de estos ciclos puede variar de un niño a otro.

Con el paso de las semanas y los meses se alargarán los ciclos del sueño hasta alcanzar un ritmo bastante similar al de los adultos. Lo habitual es que esto ocurra entorno a los seis meses de vida, es una consecuencia de la maduración cerebral. De este modo el ciclo de sueño y vigilia, pasa de estar comandado por el hambre y la saciedad a estar dirigido por el ambiente social y la intensidad de la luz (momento en el que impera el ritmo circadiano).

 

Lo imprescindible en la relación con un lactante.

Atención plena constante. Un bebé precisa de un adulto que pueda atender todas sus necesidades, en el instante preciso. Duermen mucho, pero ininterrumpidamente, en ciclos cortos, como ya se ha explicado. Entre sueño y sueño, necesitan comer y relacionarse con el medio. Es de vital importancia el contacto con la madre (o cuidador principal) que lo mirará a la cara en una distancia corta necesaria y le hablará poniendo palabras a la experiencia de vivir. El reconocimiento facial, la voz, los abrazos, los gestos y caricias también nutren al bebé, son también necesidades básicas que completan esos ciclos que se encaminan al sueño.

Después de comer, el bebé inicia el llamado “sueño activo”. Consiste en un conjunto de movimientos corporales (incluidos movimientos oculares, muecas y sonidos) que podrían mostrar inquietud pero que responden al tránsito de la vigilia al sueño. Es importante para su maduración no interrumpir este momento, permitiendo que se inicie el sueño tras treinta o cuarenta minutos aproximadamente. La calidad del sueño diurno determina la calidad del sueño nocturno de forma directamente proporcional.

Una demanda constante en dónde la atención plena cumple un papel fundamental. Ésta es una tarea tan agotadora como vital. No permite tregua a los padres, pero nutre en lo más profundo de su ser al bebé.

 

¿Qué ocurre en la interacción con el entorno? ¿Qué trascendencia tiene?

La interacción del bebé con los adultos del entorno es un elemento imprescindible para la vida en los seres humanos. Desde el instante en el que se llega al mundo los bebés captan lo que sucede a su alrededor. El estado anímico de los padres favorece o dificulta el estado anímico del bebé provocando beneficios o consecuencias que van a surgir a lo largo del desarrollo del niño. Éste es un fenómeno que se constata frecuentemente en la experiencia de la práctica clínica.

Desde la academia se investiga y se describen los fenómenos observados pudiendo enunciar posteriormente las recomendaciones precisas para lograr el desarrollo más óptimo en términos de salud. No obstante, la realidad cotidiana de la vida no es tan sencilla e inevitablemente acontecen situaciones que perturban la paz y la tranquilidad de padres e hijos. Es importante destacar que la intervención terapéutica infantojuvenil se pone al servicio de las dificultades que acontecen en la infancia y adolescencia, logrando atajar el malestar que no se pudo evitar en momentos previos.

Dormir de forma autónoma.

La tarea de dormir, es la gran tarea en los primeros años de vida. Dormir es una de las primeras cosas que un bebé podrá hacer solo. Para conciliar el sueño, precisa lo descrito previamente, no obstante, podrá dormir en una cuna propia desde los primeros meses de vida sin la necesidad de estar pegado a sus padres. Cada madre y cada padre deciden como dormir esos primeros meses de vida. Con colecho o sin colecho, en la misma cama o con el bebé en la cuna, cerca pero separada de la cama de los padres, etc.

Conciliar el sueño es una tarea que implica una conquista. En un inicio será preciso e imprescindible la presencia y el contacto físico con los padres, poco a poco y de forma progresiva esta presencia y este contacto podrá disminuir. Los bebés y los niños de 12 meses se despiertan constantemente durante la noche. Observar despertares nocturnos en un niño no es algo extraño que indique patología alguna, pero si un niño (a partir de los 12 meses aproximadamente) solo puede conciliar el sueño en presencia de un adulto, también necesita de esa presencia en sus despertares nocturnos (Albares, J. 2023).

 

La importancia de diferenciar el dormir y el comer.

Algunos expertos como el Dr. Javier Albares inciden en la importancia de diferenciar la alimentación y el sueño. En los primeros años de vida, es muy frecuente asociar el comer al dormir y viceversa, puesto que muchos niños terminan por precisar del pecho materno o el biberón para dormir como condición indispensable (incluso después de los primeros ocho o doce meses de vida). Es importante aclarar que existe una diferencia entre esto que se menciona y el ciclo repetitivo de los primeros seis meses de vida descrito al inicio: comer, dormir, relacionarse con el entorno.

Primero comer y luego dormir. Instaurar la diferencia entre comer y dormir no exige de una larga espera, solo la precisa para comprender que son dos acciones diferentes. ¿Qué ocurre para que un niño solo pueda calmarse con el pecho materno o el biberón? A menudo, ése es el único mecanismo de sedación que ha logrado instaurarse. Será entonces la ausencia de otros mecanismos calmantes los que generan la necesidad de mamar para calmarse, relajarse y en consecuencia lograr dormir.

Ante la dificultad de calmar a un hijo, o ante la desesperación a la que las circunstancias de la vida pueden someter a padres e hijos, es frecuente recurrir a aquello que previamente sí funcionaba, ¡la teta! Es de este modo que se hace compresible el recurso de mamar para calmar.

 

La primera cuna, la que no se estrena.

El momento de llegar a casa con un bebé recién nacido, es un momento muy especial y complejo a la vez. Ilusión, felicidad, miedo y preocupación inundan a los padres en un momento así. La primera cuna se instala en la misma habitación de los padres y en ocasiones nunca llega a estrenarse. ¿Qué hace que unos padres inviertan en una cuna que finalmente no estrenan? Las respuestas a esta cuestión podrían ser infinitas.

Muchos padres, especialmente las madres que deciden dar de mamar, admiten que es más cómodo tener al bebé en la misma cama. Así podrán estar atentos a cualquier cosa que les ocurra. Además de este modo, aunque su sueño se interrumpa, al menos no tienen que levantarse de la cama varias veces en una misma noche. Ésta es una tarea realmente dura, la de atender a un bebé en horario nocturno, puesto que el adulto también necesita descansar. Algunas madres también afirman que dormir pegadas a sus bebés o niños (cuando cumplen los primeros años) les permite disfrutar de una sensación muy placentera a la que les cuesta renunciar. Finalmente, por un motivo u otro, el bebé se queda en la cama y la cuna no se usa.

¿En la misma habitación, en la misma cama?

Éste es un tema de mucho debate en la actualidad, no obstante, me centraré en lo que la experiencia clínica muestra y lo que los expertos del sueño recomiendan.

Que un bebé duerma en la misma habitación que sus padres, es una cuestión necesaria e importante. Sobre esto no hay discusión alguna. Que un bebé duerma en la misma cama que sus padres es un tema que genera debate ¿Es bueno, es malo? En este punto lo interesante es poder abrir el debate en la familia. ¿Qué implica? ¿Tiene consecuencias? A continuación, se exponen distintos puntos de vista los cuales permanecen siempre abiertos a debate.

Los distintos puntos de vista de los expertos.

Los expertos de la conducta, señalan la importancia de no generar en el bebé una asociación entre alimentación y despertares. Advierten el daño que puede causar esa dinámica a la rutina del sueño del niño, al entorpecerla. Afirman que calmar a un bebé alimentándolo les hará dependientes del pecho o biberón ante la interrupción del sueño. Algo habitual y esperable en un niño.

Los psicoterapeutas psicoanalíticos, nos hacemos algunas preguntas al respecto ¿Qué hace que se instaure ese mecanismo de sedación? ¿Por qué un bebé solo puede calmarse con el pecho materno? ¿Deben dormir en la misma cama que los padres? Compartimos la opinión de los colegas de la conducta en cuanto a que lo mejor es que el bebé no esté en la misma que sus padres, al menos durante un tiempo prologando más allá de los 12 meses.

es importante que haya una diferencia, un lugar distinto para ese bebé y que en consecuencia la pareja conserve su lugar de pareja que comparte cama. La consecuencia de meter a un hijo en la cama, a menudo resulta en que los padres dejan de compartir cama por un tiempo, en el mejor de los casos. Asique por lo pronto la pareja se queda sin intimidad.

¿Qué son los mecanismos de sedación? ¿Qué trascendencia tienen?

Los mecanismos de sedación en los primeros años de vida, es algo a lo que prestamos mucha atención desde el enfoque psicoanalítico. Todo bebé precisa contención, atención y cuidados, muchos cuidados. Si algo precisa un bebé es la sensación de absoluta seguridad y calma. Necesitan como el comer, sentir y percibir que alguien se encarga de todo; de los pañales y de los sustos, de la comida y de los abrazos, de las caricias y de la protección absoluta, física y emocional.

La vida cambia cuando llega un hijo, todo se dispone a su crianza porque así se precisa. Que el pecho calma, es un hecho indiscutible, pero también existen otros modos para aportar calma a un bebé. No obstante, cuando solo es posible calmar con el pecho, algo ocurre, algo no va bien, y es ahí donde se puede encontrar solución, pudiendo abrir la pregunta ¿Qué ocurre, porqué solo con el pecho? Lo cierto es que tener a tu bebé sumergido en un llanto ensordecedor aterra a cualquiera. Es difícil mantener la serenidad absoluta ante el enigma del llanto de un bebé, y si es el primer bebé, más complejo y aterrador se vuelve.

¡No existe un manual para ser padres!

El manual de como ser padres, no existe, muy a pesar de muchos. No obstante, ¡menos mal, que no existe! Qué importante esta afirmación, puesto que las circunstancias de cada uno, de cada pareja y cada padre son siempre particulares. Y en consecuencia las dificultades atañen a motivos distintos. Desde el Equipo Clínico de Psicoafirma convocamos a todos aquellos padres que se tropiecen con el malestar y las dificultades en la crianza de sus hijos a consultar con un experto.  El objetivo es tener la oportunidad de detenerse y poder pensarse, para así tomar las mejores decisiones que como padres deseen tomar.

 

“La obligación como padres no es dormir al niño, si no facilitarle las circunstancias para que sea él quién concilie el sueño y aprenda a dormirse solo” (Albares, J. 2023)

 

Escrito por: Rocío Mallo, Psicoterapeuta, Equipo Clínico de Psicoafirma.

Bibliografía

Albares, J. (2023) “La ciencia del buen dormir”

Guia práctica sobre Trastornos del Sueño en la Infancia y Adolescencia en Atención Primaria, Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, Ministerio de Sanidad, Polític Social e Igualdad, 2011.

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