“Jugar es hacer”, D. W. Winnicott

¿Qué significa jugar? ¿Qué importancia tiene? ¿Tienen tiempo para jugar los niños de hoy? ¿Jugaban más los niños de antes? ¿Jugaban mejor? Muchos niños terminan el día sobrecargados con tareas y actividades extraescolares, que pocas veces deciden ellos mismos por placer. ¿Todo lo que no es estudiar, es tiempo de ocio? ¿Ocio es jugar? ¿A qué juegan los niños de hoy? 

¿Si es tan importante jugar? ¿Qué sentido tiene jugar a través de la tecnología? ¿Por qué existe una queja real y constante de aquellos hijos que se pasan horas delante de una pantalla? ¿Solo se juega en la infancia?

Éstos son algunos de los interrogantes que cualquiera se puede plantear acerca del juego y el jugar. Intentaré describir en el siguiente artículo algo del contenido descrito por distintos teóricos destacados al respecto. Autores como Sigmund Freud, Melanie Klein, Arminda Aberastury, Marion Milner, D. W. Winnicott, Johan Huizinga, estudiaron y teorizaron sobre el juego permitiéndonos ahondar en su comprensión.

Psicoterapia infantojuvenil

Los juegos de la infancia

Freud  y la hipótesis del juego por placer

La primera referencia al juego que hace Freud en su obra, describe juegos de movimiento que asocia con sensaciones placenteras. Relaciona el juego y el placer, es decir, el niño juega por placer. Describe el juego como el placer al que no renuncia un niño, ni tampoco un adulto. Posteriormente en el adulto el juego permuta y lo que constituyó el placer del juego será el placer del fantaseo. Entiende de este modo la fantasía como heredera del juego.

Melanie Klein

Más tarde Melanie Klein añade que, el juego como técnica en el análisis de niños, puede ser interpretado puesto que sus contenidos son manifestaciones del inconsciente y que el juego es un canal de representación indirecta de deseos, experiencias y fantasías.

Afirma que el niño juega para elaborar, repetir, simbolizar y desplazar experiencias a través de  externalizaciones y personificaciones de imagos. A través de los distintos personajes representados en el juego se comprenden algunos de los aspectos psíquicos del niño. Mostrando como con el juego logra la canalización de la angustia.

Arminda Aberastury

Siguiendo la obra de M. Klein, Arminda Aberastury afirma que el niño al jugar vence realidades dolorosas y que es a través del juego, cómo domina miedos primitivos. Es jugando como el niño desplaza al exterior sus miedos, angustias y problemas internos dominándolos mediante la acción. De este modo, repite en el juego situaciones percibidas como excesivas pudiendo ejercer un cierto dominio sobre objetos externos. Hace activo, lo sufrido de un modo pasivo.

Antes que Winnicott, Marion Milner

Marion Milner, es uno de los autores previos al pensamiento Winnicottiano, acercándose a los conceptos de fenómeno, objeto y espacio transicional (como campo de ilusión y antecedentes del simbolismo).

D. W. Winnicott diferencia “paly” (el jugar libre y espontáneo) de “game” (juego reglado). Centra su interés en la acción misma del jugar. Lo describe como una experiencia creadora, una forma básica de vida, que en esencia es satisfactoria. Relaciona el juego con la necesidad de simbolizar. “…la experiencia culminará en la formación del símbolo. El símbolo será la representación psíquica del gesto original…”

Confianza en el entorno.

Poder iniciarse el juego es símbolo de la confianza del niño en el ambiente, jugando el niño hace suya una parte de la realidad exterior. Winnicott lo entiende como un logro del desarrollo emocional. El niño puede sustituir a la madre o cuidador principal por objetos, pudiendo generar un espacio lúdico, el espacio transicional. El espacio transicional, en el que se desarrolla el juego, pasa a ocupar el lugar del espacio potencial previo entre la madre y el bebé. De este modo el jugar crea espacio, un espacio transicional que persistirá a lo largo de toda la vida y que dará lugar a la actividad cultural.

La “función materna”

Poseer la capacidad de jugar, implica como decía previamente, una vivencia de cuidados y confianza en el ambiente los cuales requieren de la experiencia de la función materna. Ésta alude a los cuidados necesarios para el desarrollo físico y psíquico del infante, sin importar el sexo de quién la provea.

Éste mismo autor señala el juego como algo universal y proveedor de salud, facilitando el crecimiento conduce al sujeto a relaciones de grupo y permite la comunicación. Entendiendo de este modo el juego como terapéutico en sí mismo.

“Jugar es hacer”

Winnicott afirmaba que “Jugar es hacer” no sólo en el sentido material, sino también en un sentido subjetivo. El juego es eso que va tomando forma y es responsable de aquello que termina por constituir toda experiencia imaginativa y creadora. El juego y el jugar son productores de subjetividad.

Para el autor, el juego cumple la función de aliviar al individuo de la constante tensión que se genera por la puesta en relación de la realidad del adentro y la realidad del afuera, aquella que permite tomar contacto con el sentido personal de cada sujeto y con el mundo que lo rodea.

El Homo Ludens, J. Huizinga

Huizinga construye toda una teoría acerca del juego y el hombre a la que denomina Homo Ludens, el hombre que juega. Defiende la idea del hombre como animal simbólico, y en consecuencia el juego como el proceso por excelencia de generación de lo simbólico. Dando a entender que el juego se presenta como parte constituyente y constitutiva del ser. Del mismo modo, para Winnicott, “La creatividad es el hacer que surge del ser.

Psicoterapia infantojuvenil

Juegos tradicionales ¿Sólo se juega en la infancia?

Anotaciones de Huizinga sobre el juego

Johan Huizinga, antropólogo y ensayista, toma el juego como principio básico y fundamental de la cultura. Cree que todo hacer se resume en el juego y describe la cultura como un desarrollo del mismo.

Diferencia el juego como actividad libre de lo que entraña una tarea. Es para el adulto una actividad superflua que puede abandonar en cualquier momento. No se realiza en virtud de una necesidad física ni mucho menos de un deber moral. Ocupa el tiempo de ocio. Sólo cuando éste pasa a convertirse en función cultural se vinculan a él (juego) los conceptos de deber y tarea.

El “como si…”

El juego, es algo así como escaparse a “una esfera temporera de actividad”. Es algo diferente a la vida propia, el “como si…” que tan bien reconoce el infante. Esa conciencia de estar jugando que apunta al “en broma” opuesto al “en serio”.

Espacio y tiempo. Tradición y repetición.

Encierra un límite de espacio y tiempo: tiene un comienza y un fin. Característica que lo une con la cultura puesto permanece en el recuerdo de quienes participaron de él. Es transitado por tradición y ofrece la posibilidad de repetición, siendo ésta última para Huizinga una de las propiedades esenciales del juego.

Orden propio y absoluto.

Exige orden propio y absoluto, puesto que cualquier desviación lo estropea haciéndole perder su carácter. Tiene ritmo y armonía. También tiene tensión, es decir, incertidumbre y azar. Huizinga señala cómo en el juego de dados o en las apuestas deportivas, este elemento (la tensión) presta a la actividad lúdica algo de lo ético.

El juego tiene sus reglas propias y si estas se transgreden, se acabó el juego. Se deshace la magia del juego, se rompe la “ilusión”.

La función del juego, en este orden, deriva mayormente de dos aspectos esenciales: es una lucha por algo o una representación de algo.

El juego como técnica, M. Klein

Melanie Klein (1932) señalaba que, cuando el niño no posee un cierto dominio del lenguaje, el terapeuta puede encontrar en el juego las sutilezas de la comunicación de éste. Winnicott, por su parte añade, lo importante de  la diferencia entre “juego” como sustantivo y “jugar” como verbo sustantivo. Sin perder de vista que todo aquello sobre el jugar de los niños también habla del hacer de los adultos cuyo material se da a través de la palabra. Son modos de comunicar diferentes; comunicación verbal, comunicación simbólica.

Espacio y fenómeno transicional.

Autores como Wulff y Anna Freud también hicieron referencia al tema de los fenómenos transicionales. Wulff (1946) escribió sobre objetos fetiches en bebés y niños pequeños, y A. Freud hablaba del uso del talismán.

Winnicott nombra al objeto transicional como signo tangible y para describir el campo de experiencia que se da en la transición del yo y no-yo, la pérdida y la presencia, el niño y su madre. Esa zona intermedia de experiencia o campo de experiencia mencionado es una tercera zona que se da en la vida de un ser humano, es la zona a la que contribuyen la realidad interior del individuo y la vida exterior.

Este llamado campo de experiencia es preciso y necesario para la construcción del psiquismo de un bebé. Conocer el afuera y sus objetos pudiendo diferenciarlos de uno mismo es una de las principales tareas a las que se enfrenta un bebé. Lo oral abre paso a este campo de experiencia, en donde las distintas actividades de introducción de objetos en la boca permiten en primera instancia; reconocer el objeto como un “no-yo”, ubicarlo afuera, adentro o en el límite, conocer la naturaleza del objeto. Facilita, posteriormente, la capacidad para producir, crear, imaginar y la capacidad de iniciar una relación de tipo afectuoso con el objeto.

Lo transicional y la pérdida de significación.

El objeto transicional, encarna lo necesario para transitar de un estado a otro, de forma que éste no se pierde, ni se llora, tampoco se reprime, si no que va perdiendo significación. Acompaña al individuo en un proceso de evolución hasta que el punto alcanzado ya no necesita de ése llamado objeto transicional que ocupaba el campo de experiencia. No obstante, esto se extiende a todo el territorio intermedio entre la realidad psíquica interna y la realidad exterior, es decir a todo el campo cultural.

Winnicott, en su desarrollo del concepto de fenómenos transicionales, examina un rasgo importante del juego, mencionado también por Huizinga, el de la libertad. Una actividad libre que deja tanto al niño como al adulto en la libertad de ser creadores. En el juego ambos pueden crear y usar toda su personalidad, “y en el individuo descubre su persona sólo cuando se muestra creador”.

El jugar de un niño y la concentración del adulto.

Cuando un niño juega habita un espacio que nos es posible abandonar con facilidad y en el que no se admiten intrusiones. Éste es un estado comparable al de la concentración de adultos y niños más mayores. De esto hablaba Milner (1952) quien vinculaba el juego de los niños con la concentración de los adultos.

La zona de juego, se sitúa fuera del individuo pero no es ni una realidad psíquica interna ni tampoco el mundo exterior. El niño reúne objetos y fenómenos de la realidad exterior y los emplea al servicio de algo de su realidad interna o personal. “Manipula los fenómenos exteriores al servicio de los sueños, e inviste a algunos de ellos de significación y sentimientos oníricos” (Winnicott, 1971)

Winnicott nos habla del desarrollo que se da en una cadena de acontecimientos desde los fenómenos transicionales al juego, de éste al juego compartido, y de él a las experiencias culturales.

 

El juego compromete al cuerpo debido a la manipulación de objetos y porque en ciertos tipos de interés intenso se vinculan con algunos aspectos de la excitación corporal.

 

En resumen:

¿Qué significa jugar? ¿Qué importancia tiene?

Jugar, implica un espacio mágico y de ilusión a través del cual poder elaborar aquello que de otro modo no sería posible. Facilita al niño se experiencia en el mundo y lo dota de las capacidades necesarias para crecer y madurar de un modo óptimo. Se entiende entonces, que cada niño jugará a su modo, aquel necesario y preciso para su propio crecimiento.

El juego, es un hacer creativo que se da en el espacio tiempo del como si. Éste transforma la realidad y esta transformación será la que permita al niño ser niño. El juego es productor de la subjetividad humana, un aspecto fundamental de todo proceso de subjetivación es el de la función simbólica la cual sólo se da con el inicio del juego.

¿Si es tan importante jugar? ¿Qué sentido tiene jugar a través de la tecnología? ¿Por qué existe una queja real y constante de aquellos hijos que se pasan horas delante de una pantalla?

La nueva modalidad de juego virtual que experimentamos, permite la interacción con otros, la pertenencia a una comunidad, desempeñar los roles elegidos, seguir la trama marcada… pueden entender como elementos constitutivos del jugar como experiencia singular. Puesto que es en esta escena y a través de la pantalla en dónde aquellos que juegan pueden desplegar su fantasmática.

Este escenario y su pantalla, podrían ocupar el lugar del espacio transicional. Un lugar a través del cual se puede dar paso a la elaboración psíquica. Por tanto, la cuestión radica en el entramado subjetivo de quién juega. La capacidad para jugar de cada quién dependerá del andamiaje psíquico previo.

Es por esto que, será tarea del terapeuta determinar si el juego virtual responde al “Game” (Jugar reglado) o al “Play” (jugar libre y espontáneo, que responde al hacer creativo).

¿Solo se juega en la infancia? ¿Jugaban más los niños de antes? ¿Jugaban mejor?

Los distintos modos de juego conocidos a lo largo de la historia responden a los distintos cambios sociales y culturales. Recordando a Huizinga y a Winnicott sabemos que;  todo hacer se resume en el juego y describe la cultura como un desarrollo del mismo y que, el espacio transicional en el que se da el juego del niño es el mismo que dará lugar a la actividad de la cultura del adulto. Ya que el placer que experimenta el niño con el juego se transforma en el placer que encuentra el adulto en la fantasía.

¿Tienen tiempo para jugar los niños de hoy?

Ésta es una cuestión en la que detenerse y reflexionar. Hoy en día los niños se encuentran acompañados de innumerables exigencias de funcionamiento y rendimiento que poco espacio dejan para algo más. Niños que encarnan el papel de sujetos y objetos de satisfacción. “Sujeto de todos los derechos y todos los cuidado y objeto de todos los controles y de todas las satisfacciones” (Ubieto, 2019)

El juego como técnica terapéutica…

Es importante diferenciar el juego como eso que forma parte del niño del juego como técnica en el espacio terapéutico. Puesto que éste último va siempre acompañado de la supervisión e intervención del profesional mientras que el juego cotidiano del niño es eso que forma parte de su propio desarrollo.

 

“La psicoterapia se da en la superposición de dos zonas de juego: la del paciente y la del terapeuta. Está relacionada con dos personas que juegan juntas. El corolario de ello es que cuando el juego no es posible, la labor del terapeuta se orienta a llevar al paciente, de un estado en el que no puede jugar a uno en el que le es posible hacerlo.” (Winnicott, 1971)

Escrito por: Rocío Mallo. Psicoterapeuta. Equipo Clínico. Psicoafirma.

Bibliografía

Freud, S. (1920) “Más allá del principio del placer” Amorrortu Editores. Obras Completas. Tomo XVIII

Huizinga, J. (1972) “Homo ludens” Alianza editorial. Madrid 2019.

Winnicott, D.W. (1971) “Realidad y Juego” Editorial Gedisa. Barcelona 2013.

 

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